Título original: Tesis sobre un homicidio.
Género: Thriller.
Calificación: Apta para mayores de 16 años.
Duración: 106 minutos.
Dirección: Hernán Goldfrid.
Guión: Patricio Vega.
Reparto: Ricardo Darín, Alberto Ammann, Calu Rivero y Arturo Puig.
Tras un crimen cometido en el estacionamiento de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, Roberto Bermúdez (Ricardo Darín), profesor de dicha institución y especialista en derecho penal, comienza a obsesionarse con uno de sus estudiantes para así desenmascar a quién él cree el perpretador del crimen.
Tesis sobre un homicidio nada tiene que envidiar a las grandes producciones norteamericanas en lo que a su apartado técnico se refiere. Su fotografía es un homenaje a la excelencia gracias a los planos y a los enfoques tan bien logrados que se suceden en cada uno de los fotogramas destinados a relatarnos la historia. La átmosfera y la musicalización contribuyen a hacer del film un thriller atrapante y creíble, pero lamentablemente ni el mejor esfuerzo logra remontar un guión vacío e ilógico como el que Patricio Vega ha escrito basándose en la novela de Diego Paszkowsi. La trama es, más allá de todo, insulsa y carente de contenido, pues poco y nada sucede durante las casi dos horas que dura el largometraje. El móvil que conduce al personaje encarnado por Darín se torna cada vez más descabellado y lejos se queda el espectador a la hora de comprender el irracional proceder de este profesor que inicialmente nos es presentado como un ser racional y sensato.
Es verdad que ciertos momentos están muy bien logrados y la introducción de planos subjetivos, como el de la daga en medio de las llamas, dejan una duda bien construida, en donde no se sabe si lo que se ve es lo que realmente ocurre o si es Bermúdez quién lo imagina. El problema es que el film divaga, va y vuelve sobre lo mismo, y deja muchos elementos sueltos, siendo quizás el más notorio la imperdonable ausencia de mención alguna al trabajo de Gonzalo una vez este es entregado al finalizar el curso, o también la mención a un caso anterior en el que Bermúdez pareciera haber metido la pata pero sobre el que nunca jamás se nos esclarece nada. Además, ciertas incoherencias del guión están puestas ahí solo para conducir a giros argumentales innecesarios, o sino ¿por qué Darín compra el formol y la jeringa y los guarda en el botiquín de su baño cuando, al no necesitarlos, tranquilamente podría haberlos dejado en la farmacia luego de indagar el precio?
A nivel actoral, Alberto Ammann interpretando a Gonzalo evidentemente es quién más se destaca. Darín no está nada mal, pero creo que ya cansa un poco verlo encarnar el mismo personaje una y otra vez, siendo que tal vez puede dar un poco más de sí, y que para colmo los cineastas argentinos parecieran haberse obsesionado con su figura como si del único actor rioplatense se tratara. Es evidente que su rostro vende y que es por ello que quizás se lo puede ver en el póster de cada nueva película nacional que se estrena, y es que en Tesis sobre un homicidio, si algo ha de destacarse, es, por sobre todo, la enorme publicidad que ha tenido detrás para llevar al público a las salas. Y no me malinterpreten, pues no es que crea que esté mal hacer publicidad en demasía, pero no es justo que un producto tan absurdo a nivel relato logre una taquilla cuya historia no se merece, mientras largometrajes mucho más interesantes se quedan a medio camino simplemente por la pobre imagen que construyen a la hora de venderse.
Más aún si uno de los personajes principales brindan una interpretación tan pobre como la de la bonita Calu Rivero, nos queda entonces confirmado que a los realizadores realmente les ha importado mucho más cuidar la imagen que el contenido.
4 - Regular
Tras un crimen cometido en el estacionamiento de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, Roberto Bermúdez (Ricardo Darín), profesor de dicha institución y especialista en derecho penal, comienza a obsesionarse con uno de sus estudiantes para así desenmascar a quién él cree el perpretador del crimen.
Tesis sobre un homicidio nada tiene que envidiar a las grandes producciones norteamericanas en lo que a su apartado técnico se refiere. Su fotografía es un homenaje a la excelencia gracias a los planos y a los enfoques tan bien logrados que se suceden en cada uno de los fotogramas destinados a relatarnos la historia. La átmosfera y la musicalización contribuyen a hacer del film un thriller atrapante y creíble, pero lamentablemente ni el mejor esfuerzo logra remontar un guión vacío e ilógico como el que Patricio Vega ha escrito basándose en la novela de Diego Paszkowsi. La trama es, más allá de todo, insulsa y carente de contenido, pues poco y nada sucede durante las casi dos horas que dura el largometraje. El móvil que conduce al personaje encarnado por Darín se torna cada vez más descabellado y lejos se queda el espectador a la hora de comprender el irracional proceder de este profesor que inicialmente nos es presentado como un ser racional y sensato.
Es verdad que ciertos momentos están muy bien logrados y la introducción de planos subjetivos, como el de la daga en medio de las llamas, dejan una duda bien construida, en donde no se sabe si lo que se ve es lo que realmente ocurre o si es Bermúdez quién lo imagina. El problema es que el film divaga, va y vuelve sobre lo mismo, y deja muchos elementos sueltos, siendo quizás el más notorio la imperdonable ausencia de mención alguna al trabajo de Gonzalo una vez este es entregado al finalizar el curso, o también la mención a un caso anterior en el que Bermúdez pareciera haber metido la pata pero sobre el que nunca jamás se nos esclarece nada. Además, ciertas incoherencias del guión están puestas ahí solo para conducir a giros argumentales innecesarios, o sino ¿por qué Darín compra el formol y la jeringa y los guarda en el botiquín de su baño cuando, al no necesitarlos, tranquilamente podría haberlos dejado en la farmacia luego de indagar el precio?
A nivel actoral, Alberto Ammann interpretando a Gonzalo evidentemente es quién más se destaca. Darín no está nada mal, pero creo que ya cansa un poco verlo encarnar el mismo personaje una y otra vez, siendo que tal vez puede dar un poco más de sí, y que para colmo los cineastas argentinos parecieran haberse obsesionado con su figura como si del único actor rioplatense se tratara. Es evidente que su rostro vende y que es por ello que quizás se lo puede ver en el póster de cada nueva película nacional que se estrena, y es que en Tesis sobre un homicidio, si algo ha de destacarse, es, por sobre todo, la enorme publicidad que ha tenido detrás para llevar al público a las salas. Y no me malinterpreten, pues no es que crea que esté mal hacer publicidad en demasía, pero no es justo que un producto tan absurdo a nivel relato logre una taquilla cuya historia no se merece, mientras largometrajes mucho más interesantes se quedan a medio camino simplemente por la pobre imagen que construyen a la hora de venderse.
Más aún si uno de los personajes principales brindan una interpretación tan pobre como la de la bonita Calu Rivero, nos queda entonces confirmado que a los realizadores realmente les ha importado mucho más cuidar la imagen que el contenido.
4 - Regular