Título original: Django unchained
Género: Comedia, Acción
Calificación: Apta para mayores de 16 años.
Duración: 165 minutos.
Dirección: Quentin Tarantino.
Guión: Quentin Tarantino.
Reparto: Jamie Foxx, Christoph Waltz, Leonardo DiCaprio y Samuel Jackson.
El nuevo film de Quentin Tarantino relata la historia de Django (Jamie Foxx), un esclavo de raza negra que, con la ayuda de un particular caza recompensas interpretado por Christoph Waltz, intenta recuperar a su esposa Broomhilda de las manos del despreciable Calvin Candie (Leonardo DiCaprio) en una época donde la esclavitud es moneda corriente y los derechos de los negros brillan por su ausencia.
El largometraje encaja dentro del género spaguetti western, aunque más precisamente puede ser catalogado como perteneciente al subgénero tarantiniano, y es que Quentin ha creado con sus películas una estética y un ritmo tan particular que sin duda se distinguen, ya sea para bien o para mal, del estilo tradicional de dirección al que nos tienen acostumbrados los patrones hollywoodenses. La estruendosa fuente de los créditos, la absorbente atmósfera en la que se ve envuelta cada una de las escenas de sus largometrajes y la estetización de la violencia son solo algunas características inconfunibles del toque dado por el director estadounidense.
Las actuaciones son sin duda el gran punto fuerte del film, con el cautivante desempeño de Chritoph Waltz y el destacadísimo trabajo de Leonardo Di Caprio a la cabeza, acompañados casi al mismo nivel por un sorprendente Samuel Jackson en un personaje peculiar que logra encarnar con una destreza envidiable. Jamie Foxx cumple, pero lamentablemente y, quizás sea este el error más notorio del film, nunca logra abandonar su papel meramente secundario para tomar protagonismo y hacerse dueño de la pantalla grande. Tarantino y su guión no consiguen así que Django sea el verdadero protagonista del film, quedando relegada la historia del rescate de Broomhilda a un plano secundario, sirviendo solo como telón de fondo para que Waltz y DiCaprio intercambien diálogos en cada una de las secuencias que se suceden en la plantación del señor Candie.
La historia cautiva casi desde el principio, pero es justamente en el instante en que ambos titanes desaparecen cuando el film cae en picada para dar lugar a una última media hora muy por debajo del nivel del resto del largometraje. Es de este modo que tras el río de sangre que se desata en la mansión, el film camina a ciegas intentando encontrar un nuevo rumbo, y se alarga más de lo que debería con un personaje poco interesante a la cabeza, haciendo que Quentin falle una vez más a la hora de dar cierre a su historia para lograr posicionarla a la altura de sus tan lustrados personajes.
A nivel técnico el largometraje se destaca muy por encima de la media, siendo objetable quizás la en ocasiones no tan acertada musicalización. El guión, salvo por su olvidable final que tal vez hace cuestionar el premio de la Academia con el que fue galardonado, sobresale y atrapa al espectador para conducirlo de manera casi hipnótica a lo largo de su hilo argumental. Sin embargo, el problema es que Tarantino no consigue reinventarse. Django no es más que un refrito de sus anteriores films, en donde hasta los actores se repiten. El uso y abuso de los mismos elementos de siempre hacen así de Django sin cadenas una apuesta segura que posicionan al film en un nivel más que envidiable, pero que lamentablemente lo dejan a medio camino respecto del éxito de sus antecesoras en la filmografía de Quentin.
Dicen por ahí que el que no arriesga no gana, y mientras Tarantino se aferre a sus métodos tan poco convencionales del mismo modo una y otra vez, probablemente no logre impactar de nuevo como tan bien lo supo hacer en 1994 con la memorable Pulp fiction.
5 - Pasable
El nuevo film de Quentin Tarantino relata la historia de Django (Jamie Foxx), un esclavo de raza negra que, con la ayuda de un particular caza recompensas interpretado por Christoph Waltz, intenta recuperar a su esposa Broomhilda de las manos del despreciable Calvin Candie (Leonardo DiCaprio) en una época donde la esclavitud es moneda corriente y los derechos de los negros brillan por su ausencia.
El largometraje encaja dentro del género spaguetti western, aunque más precisamente puede ser catalogado como perteneciente al subgénero tarantiniano, y es que Quentin ha creado con sus películas una estética y un ritmo tan particular que sin duda se distinguen, ya sea para bien o para mal, del estilo tradicional de dirección al que nos tienen acostumbrados los patrones hollywoodenses. La estruendosa fuente de los créditos, la absorbente atmósfera en la que se ve envuelta cada una de las escenas de sus largometrajes y la estetización de la violencia son solo algunas características inconfunibles del toque dado por el director estadounidense.
Las actuaciones son sin duda el gran punto fuerte del film, con el cautivante desempeño de Chritoph Waltz y el destacadísimo trabajo de Leonardo Di Caprio a la cabeza, acompañados casi al mismo nivel por un sorprendente Samuel Jackson en un personaje peculiar que logra encarnar con una destreza envidiable. Jamie Foxx cumple, pero lamentablemente y, quizás sea este el error más notorio del film, nunca logra abandonar su papel meramente secundario para tomar protagonismo y hacerse dueño de la pantalla grande. Tarantino y su guión no consiguen así que Django sea el verdadero protagonista del film, quedando relegada la historia del rescate de Broomhilda a un plano secundario, sirviendo solo como telón de fondo para que Waltz y DiCaprio intercambien diálogos en cada una de las secuencias que se suceden en la plantación del señor Candie.
La historia cautiva casi desde el principio, pero es justamente en el instante en que ambos titanes desaparecen cuando el film cae en picada para dar lugar a una última media hora muy por debajo del nivel del resto del largometraje. Es de este modo que tras el río de sangre que se desata en la mansión, el film camina a ciegas intentando encontrar un nuevo rumbo, y se alarga más de lo que debería con un personaje poco interesante a la cabeza, haciendo que Quentin falle una vez más a la hora de dar cierre a su historia para lograr posicionarla a la altura de sus tan lustrados personajes.
A nivel técnico el largometraje se destaca muy por encima de la media, siendo objetable quizás la en ocasiones no tan acertada musicalización. El guión, salvo por su olvidable final que tal vez hace cuestionar el premio de la Academia con el que fue galardonado, sobresale y atrapa al espectador para conducirlo de manera casi hipnótica a lo largo de su hilo argumental. Sin embargo, el problema es que Tarantino no consigue reinventarse. Django no es más que un refrito de sus anteriores films, en donde hasta los actores se repiten. El uso y abuso de los mismos elementos de siempre hacen así de Django sin cadenas una apuesta segura que posicionan al film en un nivel más que envidiable, pero que lamentablemente lo dejan a medio camino respecto del éxito de sus antecesoras en la filmografía de Quentin.
Dicen por ahí que el que no arriesga no gana, y mientras Tarantino se aferre a sus métodos tan poco convencionales del mismo modo una y otra vez, probablemente no logre impactar de nuevo como tan bien lo supo hacer en 1994 con la memorable Pulp fiction.
5 - Pasable